¿Para qué sirve la filosofía?







¿Para qué sirve la filosofía? – Enric responde

¿Para qué sirve la filosofía?

En este vídeo, voy a responder de tres maneras diferentes a la pregunta que más veces me han hecho acerca de la filosofía: ¿para qué leche sirve? Me llamo Enric, bienvenidos adictos a la filosofía.

Introducción

L: ¿Sabes que suelo responder yo si alguien me dice que la filosofía no sirve para nada? ¡Pues tú tampoco, pedazo de inútil, ignorante, desgraciado, hijo de…! E: ¡Wow, wow, vale, vale, vale! Creo, creo que ya lo hemos entendido.

Anécdota de Tales de Mileto

Se cuenta que Tales de Mileto, el primer filósofo, iba un día tan absorto mirando el cielo y pensando en sus cosas que se cayó en un pozo. Una esclava tracia que lo vio a lo lejos empezó a reírse de él, diciéndole: «¿De qué te sirve toda tu sabiduría si no sabes ni dónde pones los pies, hijo mío?» Así que ya veis, los filósofos llevamos escuchando esta burla de «¿Para qué sirve la filosofía?» desde que empezamos a andar por la tierra… y a caernos en pozos.

La pregunta retórica sobre la utilidad de la filosofía

Por lo general, el subtexto es claro: la filosofía no sirve para nada, y nadie tendría que perder el tiempo con una actividad tan inútil. Y da igual las veces que respondamos, da igual las veces que expongamos el prejuicio, esta pregunta/objeción contra la filosofía siempre aparece una y otra vez, como un zombie que se niega a quedarse muerto, especialmente en una época como la nuestra, en la que parece que las dos únicas opciones que hay son tener una utilidad inmediata o perecer.

Primera respuesta: La filosofía es inevitable

¿Qué podemos responder, por tanto, a esta pregunta retórica? Pues lo primero es dejar bien asentado que la filosofía es inevitable. Así como suena, fijaos: la persona que dice que la filosofía no sirve para nada y que, por tanto, no hay que dedicarle tiempo, está haciendo, primero, un juicio de valor y, segundo, sacando una conclusión normativa acerca de eso, está sacando una conclusión acerca de lo que hay que hacer o lo que no hay que hacer. Pero estas dos cosas están permeadas de presupuestos filosóficos: ¿por qué damos a lo inútil un valor negativo?, ¿por qué no hay que dedicarle tiempo?, ¿a qué hay que dedicarle tiempo? Si la persona que ataca la filosofía quiere poder responder a estas preguntas para fundamentar su posición, tendrá que hacerlo haciendo filosofía, argumentando filosóficamente, en cuyo caso, socava su propia postura.

Filosofía en nuestras vidas

Por si esto fuera poco, no hay nadie que no filosofe al menos una vez en toda su vida.

La filosofía como parte de nuestra naturaleza

La filosofía está grabada en nuestros genes, todos nos hemos hecho, y vamos a seguir haciéndonos, preguntas filosóficas, por inútil que nos parezca: ¡es lo que somos! Queremos saber de dónde venimos, a dónde vamos, qué es lo que tenemos que hacer, por qué tenemos que morir, cuál es la explicación última de todas las cosas, si es que hay alguna… necesitamos saberlo, tenemos esa necesidad de encontrar la respuesta a estas preguntas, o de, como mínimo, intentarlo.

No podemos estar sin filosofía

Por otro lado, tampoco podríamos estar sin filosofía, aunque lo intentáramos con todas nuestras fuerzas. Incluso la persona más contraria a la filosofía se mueve por la vida según toda una serie de presupuestos filosóficos implícitos, según una imagen filosófica de cómo es el mundo, de qué es el ser humano, de cuál es el destino, el significado y el origen de todas las cosas. Si uno no se interesa por la filosofía, no por eso va a conseguir estar sin filosofía: lo único que va a conseguir es estar con una filosofía de la cual ni va a ser consciente ni va a saber de dónde viene. Vivir sin pensar en la filosofía es vivir con una filosofía no pensada. La única alternativa, por tanto, a hacer filosofía de modo propio y consciente, reflexivo y crítico, es estar viviendo de manera crítica según la filosofía de otras personas, aquella que desde posiciones de poder e influencia haya conseguido ponerse de moda arbitrariamente en el lugar y el momento histórico en el que te haya tocado nacer.

Conclusión de la primera respuesta

Por tanto, ya que no hay posición que pueda defenderse sin estar en último término argumentando filosóficamente, ya que vamos a hacernos preguntas filosóficas sí o sí, ya que no podemos estar sin filosofía… ¡pues al menos hagámoslo bien! Al menos investiguemos lo que personas mucho más sabias que nosotros han estado pensando de manera sistemática acerca de las grandes preguntas que todos llevamos dentro. Busquemos adquirir las herramientas que nos ayuden a afilar ese anhelo de conocimiento y a vivir según unos presupuestos que realmente nos habremos hecho nuestros. Y para eso está la filosofía, lo cual nos lleva a la segunda respuesta.

Segunda respuesta: La filosofía es útil

Pero antes, si eres un apasionado de la filosofía y te gusta lo que te estoy contando, échale un ojo a mi libro, «¿Hay filosofía en tu nevera?». Llevo más de 10 años estudiando esta maravillosa disciplina, he pasado por todos los cauces académicos (el grado, el máster y el doctorado) y, además, desde 2016, divulgo la filosofía y la intento hacer atractiva, divertida y apasionante aquí, en este canal de YouTube. En este libro, he intentado reunir las claves de todo lo que he aprendido en este tiempo, con la idea de darle a la persona que se quiere introducir en este mundillo de la filosofía las herramientas básicas para meterse de cabeza en ella sin morir en el intento. Así que, si eres como yo, un adicto a pensar las cosas muy pero que muy fuerte, este libro es para ti: ¡te dejo un enlace en el comentario fijado!

Utilidad de la filosofía en la vida moderna

Vamos con la respuesta dos: la filosofía, en cierto sentido, sí que es útil. L: A mí, la filosofía sí que me sirve, para ser superior a los demás. E: Tendría que enseñarte humildad, Leónidas. L: ¡Eso a ti, que eres tonto!

Desarrollo del sentido crítico

Bien, en un sentido amplio de utilidad, la filosofía sí que es útil, sí que sirve para algo. El estudio de la filosofía te puede llevar perfectamente a desarrollar tu sentido crítico, tu capacidad de evaluar y construir buenos argumentos, de separar lógica de retórica, de identificar las formas correctas e incorrectas de razonamiento, estando atento a estas últimas… Y todo esto, oye, pues son competencias de lo más útiles y deseables en el siglo XXI.

Exposición a distintos puntos de vista

Exponerte a distintos puntos de vista y tener que lidiar con ellos de la manera más justa posible te puede llevar perfectamente a aprender a mirar un mismo problema desde varios ángulos diferentes y a tomar conciencia de los presupuestos con los que nuestra propia época mira todas las cosas, esas gafas como que todos llevamos puestas sin darnos cuenta.

Ética y reflexión crítica

La filosofía, además, tiene muchísimas ramas: ¡hay como para escoger! Una de ellas es la ética, que estudia cómo actuar, en qué consiste la vida buena y qué tenemos que hacer para realmente construirla. Y, ¿qué puede haber de más útil que pararnos a reflexionar críticamente acerca de cómo queremos vivir? Por no hablar de los grandes dilemas a los que nos enfrentamos día a día como sociedad: ¿qué deberes tenemos los unos con los otros?, ¿hasta dónde tiene que llegar el poder del Estado?, ¿qué cosas tenemos que prohibir y cuáles tolerar y por qué?, ¿cómo construimos una sociedad más justa? Y para todo esto, necesitamos la reflexión filosófica, son cosas que se tratan en filosofía política.

Filosofía de la ciencia

Otra de las ramas clave de la filosofía es la filosofía de la ciencia. ¿Se puede hacer ciencia sin filosofía? Sí, en cierto sentido sí

se puede. ¿Se puede defender la ciencia sin hacer filosofía? Eso ya no. Uno puede hacer ciencia sin hacer filosofía de manera explícita o consciente, pero no se puede hacer ciencia sin estar asumiendo a su vez toda una serie de presupuestos que son de naturaleza filosófica: acerca del mundo extramental, acerca de las facultades cognitivas del ser humano, acerca de cómo acercarnos a la realidad para poder realmente entenderla. Todos esos son los presupuestos que validan a la ciencia como un método de conocimiento fiable. Y es por eso que cuando la ciencia es cuestionada por un escepticismo que pone en duda sus fundamentos, su único aliado es la filosofía.

Interpretación de los datos científicos

Luego está el tema de cómo interpretar los datos de la ciencia, porque los datos que la ciencia nos da muchas veces están abiertos a múltiples interpretaciones que son igualmente compatibles con lo que se ha establecido empíricamente. ¿Dice la ciencia que no somos libres o eso está abierto a interpretación? ¿Cómo hay que entender lo que es una ley de la naturaleza? ¿Qué implicaciones tiene la idea de que el fluir del tiempo es una ilusión, como dicen algunos que ha demostrado la Relatividad? Para hablar de todo esto, para discutir acerca de ello, para evaluar las preguntas y las distintas respuestas posibles… necesitamos a la filosofía.

Valoración de la ciencia y la filosofía

Por tanto, si valoramos a la ciencia y la ciencia necesita la filosofía para justificar sus presupuestos e interpretar sus resultados, pues tendríamos que valorar también a la filosofía, ¿no? Llegados a este punto, la persona que pregunta con mala fe que para qué sirve la filosofía suele decir que no se estaba refiriendo a eso, que sí, que muy bien, que quizás la filosofía te ayuda a desarrollar hábitos de pensamiento críticos y enfrentarte con problemas difíciles, pero aparte de eso, ¿qué cosa tangible produce? Ésa es su pregunta. La medicina me da la cura del cáncer, la ingeniería me pone en la Luna, la economía me ayuda a remontar un país… ¿para qué sirve la filosofía en este sentido?

Tercera respuesta: La filosofía es valiosa por sí misma

Lo cual nos lleva a la tercera y última respuesta a la pregunta, que es mi favorita. ¡Dale un buen like al vídeo y veámoslo! La tercera respuesta consiste en aceptar que sí, en último término, la filosofía es inútil, no sirve para nada… y que eso da igual. La filosofía no es ni pretende ser una ciencia productiva, una disciplina que se justifique con vistas a un fin externo, a un producto externo (como la carpintería con respecto a la mesa, por ejemplo). Al contrario, la filosofía nos aporta un tipo de conocimiento, un tipo de experiencia, que es valioso por sí mismo y no por referencia a otra cosa distinta. Y quien insiste, a pesar de esto, en instrumentalizar a la filosofía y ponerla al servicio de algo otro, se pierde lo mejor que esta puede ofrecer.

Aristóteles y la zoología

Ya en el siglo IV a.C., Aristóteles respondía a esta pregunta diciendo que la filosofía tiene más que ver con la zoología que con la pesca. Los seres humanos pescamos principalmente para comer; hay gente que pesca por el gusto de pescar, sí, pero habitualmente el objetivo principal de la pesca es conseguir alimento. Pero la zoología simplemente estudia los animales por el placer y la belleza de hacerlo, ya está: para aprender más sobre ellos, no porque luego con ese conocimiento de los animales yo puedo construir algo distinto o generar trampas más perfectas y más infalibles para cazar animales, no, sino porque simplemente en ese conocimiento de los animales yo disfruto con la belleza de la naturaleza.

Física y el conocimiento del universo

Pensadlo con un ejemplo más contemporáneo: la física. La física, reconozcámoslo, es una ciencia utilísima. Gracias a ella hemos conseguido grandísimos descubrimientos y grandísimos avances tecnológicos que nos han mejorado la vida un montón. Pero… ¿es este el motivo principal por el que los seres humanos hacemos física? Yo creo que no. Hacemos física porque el universo nos fascina y queremos entender cómo funciona. Haríamos física incluso si no obtuviéramos nada más de ella aparte de este conocimiento, incluso si ya tuviéramos todas nuestras necesidades básicas cubiertas y viviéramos en la utopía tecnológica. Y el que diga lo contrario, lo siento, pero está subordinando lo más, lo superior, a lo menos, a lo inferior.

La filosofía y el conocimiento último de las cosas

Pues la filosofía es así. En ella perseguimos un tipo de conocimiento último de las cosas que es valioso en sí mismo, y no por referencia a otra cosa distinta. Y en esto no hay nada de lo que avergonzarse. Ante la objeción de que no hay que hacer filosofía porque no sirve para nada, el filósofo simplemente se ríe por lo bajo, entretenido por la ignorancia del pobre desgraciado que no sabe ver el valor de lo inútil.

Conclusión

Pero… ¿qué es la filosofía exactamente? ¿Cómo podríamos definirla? Si te interesa seguir profundizando y aprendiendo sobre esto, dale clic aquí donde te respondo a estas preguntas sobre la filosofía y muchas, muchas más.


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